Tendencias actuales sobre el vínculo humano-animal
Los llamados millennials, es decir, los nacidos entre 1981 y 1996, suelen ser caracterizados por su mayor uso de medios de comunicación y tecnologías digitales. Esta generación, que ha alcanzado la vida adulta en el cambio de milenio, popularmente no ha tenido buena fama. Es común escuchar que se trata de jóvenes poco trabajadores y bastante centrados en sí mismos. A esto se incorpora la idea de que se orientan a los animales de compañía en lugar de asumir compromisos sociales. Sin embargo, todo esto resulta un poco injusto si consideramos el contexto. ¿Cómo es esto?
Convertirse en adulto implica socialmente el pasaje al empleo, dejar el hogar paterno y formar una familia. Claramente estas transiciones se han dilatado en la actualidad, requiriendo más tiempo y apoyo para concretarse. Ahora bien, de esto no se desprende que los millennials son holgazanes, egoístas y poco comprometidos. Veamos: hoy a los adultos jóvenes se les exige mayor nivel educativo, los costos de vida actuales son mayores, es más difícil independizarse y es extremadamente complejo comprar una vivienda. De modo que el matrimonio y la paternidad, se dan más tarde, si es que ocurren.
Los animales de compañía también fueron involucrados en la mala prensa de los millennials, en tanto al dejar el hogar paterno muchos adoptan una mascota. Esto ha sido tildado como una muestra de que estas personas tienen dificultades para asumir compromisos, como para casarse y tener hijos. Lejos de esto, la tenencia de animales es una consecuencia lógica de los desafíos que los millennials atraviesan. Y, además, animales como perros y gatos los ayudan a suavizar su transición a la vida adulta aportando múltiples beneficios.
En medio de la inestabilidad laboral y social que experimentan, los animales funcionan como un ancla que aporta equilibrio y disfrute. Estas personas comienzan a considerar que lo que hagan impacta en el bienestar de sus animales. De modo que deben mantenerse a flote, por ellos y por sus compañeros peludos. Además, restringen su impulsividad en salidas y viajes, en tanto ahora esto requiere cierto planeamiento y coordinación. Por otro lado, cuando los millennials se implican demasiado en actividades como estudio o videojuegos, los animales los ayudan a ponerse límites y conectarse también con otros aspectos de sus vidas. Y las rutinas comienzan a cobrar más importancia, en tanto perros y gatos la demandan consistentemente.
Los estudios sobre la cuestión mostraron que especialmente los perros ayudaban a estos adultos jóvenes a hacer más actividad física, restringían el abuso de tecnología e, incluso, disminuían conductas de riesgo. [1, 2] Por ejemplo, estas personas utilizaban a sus perros como excusa para irse más temprano de fiestas o salirse de situaciones donde no deseaban estar. El aspecto negativo para considerar es que hacerse cargo de sus animales puede resultar complejo para muchos adultos jóvenes solos, fundamentalmente respecto de los costos económicos del cuidado veterinario. Esto a veces complicaba las finanzas y los llevaba a requerir ayuda de sus padres, lo cual atenta contra el desarrollo de la propia autonomía.
De todas formas, estos millennials pasan a considerar la tenencia de animales como parte de su identidad y, con frecuencia, refieren que estos los han ayudado a madurar y desarrollar el sentido de responsabilidad. Si bien la tenencia de mascotas puede incrementar la necesidad de apoyo, ayuda a estos adultos jóvenes a correr el foco más allá de sí mismos, fomentando el desarrollo de hábitos saludables y motivándolos a realizar su transición de etapa vital hacia la adultez.
@marcosdiazvidela
Prof. Dr. en Psicología
Papá de Dalma y Gianinna ??
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Referencias
[1] Graham, T. M., Milaney, K. J., Adams, C. L., & Rock, M. J. (2019). Are millennials really picking pets over people? taking a closer look at dog ownership in emerging adulthood. Canadian Journal of Family and Youth, 11(1), 202-227.
[2] Staats, S., Wallace, H., & Anderson, T. (2008). Reasons for companion animal guardianship (pet ownership) from two populations. Society & Animals, 16(3), 279–291.