FECTOS DEL VÍNCULO CON ANIMALES EN LOS NIÑOS
¿Qué enseñamos a un niño al regalarle un cachorro para las fiestas? ¿Podemos encararlo más positivamente?
Los animales están permanentemente presentes en la vida de los niños: en los dibujos animados, en los estampados de la ropa, en juguetes, etc. De modo que es habitual que los chicos demanden traer animales a casa. Los adultos, por nuestra parte, tenemos la creencia de que esto puede ser beneficioso para el desarrollo de los pequeños. Así, los hogares que más animales adoptan son aquellos donde conviven familias con niños.
Ahora bien, los beneficios del vínculo entre niños y animales se derivan mayormente de la calidad de este. Es decir, la mera presencia de un perro no conduce a los beneficios. La relación debe ser positiva y sana, y eso depende de los padres. Solo de este tipo de vínculos surgirán valores basados en el respeto, la empatía y la responsabilidad. Cuando la calidad de la relación es negativa, se compromete el bienestar de ambos, y el niño realizará aprendizajes y desarrollará valores poco favorables que lo acompañarán cuando crezca.
De modo que resultará fundamental que partamos de que la satisfacción de las necesidades básicas y sociales de los animales deben estar garantizadas. A partir de ahí, los adultos pueden fomentar la relación entre niños y animales, cuidando siempre de no forzarla.
Los requerimientos iniciales para permitir las interacciones entre niños y perros son la supervisión adulta, obligatoria para niños menores de 7 años, y que los canes cumplan todas las condiciones sanitarias indicadas por los veterinarios. Esto implica vacunas al día, desparasitación y limpieza bucal. Cumpliendo con esto, el contacto del niño con el perro puede dar lugar a un fortalecimiento del sistema inmune. Un estudio mostró incluso que la convivencia temprana de animales con pelo y bebés mejora y aumenta las colonias bacterianas intestinales encargadas de evitar que el niño desarrolle alergias y sobrepeso. [1]
Es decir, ya desde etapas tempranas se han identificado efectos positivos para los pequeños. Los bebés también pueden beneficiarse de la estimulación sensorial (visual, auditiva, olfativa y táctil) y cognitiva implicadas en las interacciones con el animal. Jugar con un perro representará además una estimulación motora, con la ejercitación de acciones como tomar y soltar.
Un poco después, las interacciones con el perro ayudarán al desarrollo de empatía y mejorarán las habilidades sociales y comunicativas de los niños. [2] Aprenderán a jugar por turnos y a disfrutar el juego sin necesidad de ganar. El niño también puede mejorar su estabilidad emocional a partir de la estabilidad que le proporciona un perro como compañero de juego. Además, desarrollará actitudes favorables hacia los animales y el mundo natural, así como también aprenderá un modelo de relacionarse con otros que son dependientes. Este rol de cuidador surgirá en gran medida por imitación de la conducta de los papás, de modo que el ejemplo que se les muestre será fundamental.
El perro también se beneficiará de estas interacciones y juegos con los niños, los cuales le proporcionarán estimulación cognitiva, ejercitación y diversión. En la medida en que las interacciones sean equilibradas, el perro también aprenderá a gestionar sus emociones.
Claro que algunos perros no querrán ni disfrutarán jugar con los niños, y deben ser respetados. En esos casos, será más beneficioso para ambos que compartan otro tipo de interacciones, como las ligadas al cuidado del animal.
De modo que los vínculos entre niños y perros aportan múltiples beneficios para los pequeños en las distintas etapas de su desarrollo, incluyendo prevención de alergias y obesidad, y la estimulación de la empatía y las habilidades sociales. Esto, siempre y cuando la calidad de la relación sea positiva, lo cual debe ser garantizado por los adultos, quienes enseñarán permanentemente con el ejemplo que den.
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Referencias
[1] Tun, H. M., Konya, T., Takaro, T. K., Brook, J. R., Chari, R., Field, C. J., ... & Subbarao, P. (2017). Exposure to household furry pets influences the gut microbiota of infants at 3–4 months following various birth scenarios. Microbiome, 5(1), 40.
[2] Daly, B., & Morton, L. L. (2006). An investigation of human-animal interactions and empathy as related to pet preference, ownership, attachment, and attitudes in children. Anthrozoös, 19(2), 113-127.