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El amor de madre trasciende las especies
El amor de madre trasciende las especies
Marcos Díaz Videla. Profesor y doctor en Psicología (MN: 40.229)

Hoy, muchas mujeres, con o sin hijos, muestran disponibilidad y devoción, proporcionan cuidados nutricios y brindan protección a sus animales de compañía. Esto es lo que se conoce como función materna y puede desarrollarse más allá de la propia decendencia y especie. ¿Cómo es esto?

El vínculo con nuestros animales de compañía tiene aspectos diferenciales, pero también solapamientos con los vínculos entre humanos, y más particularmente, con la relación entre padres e hijos humanos. Veamos:

(1) Los animales domésticos tienen rasgos infantiles, tanto físicos como conductuales. Por ejemplo, tienen ojos y frentes grandes, cachetes redondeados, extremidades cortas, y son torpes y juguetones. Estos rasgos nos despiertan mucha ternura, activando nuestras respuestas instintivas para brindar cuidados parentales a nuestra descendencia.[1]

(2) Las crías de mamíferos —humanos incluidos— tienden a buscar proximidad y protección en sus progenitores, desarrollando con estos una ligazón afectiva muy intensa, conocida como vínculo de apego. Si bien estos vínculos son muy selectos, pero pueden desarrollarse en la vida adulta, y se ha demostrado que humanos y perros/gatos tendemos a desarrollarlo en condiciones ideales. Estos vínculos nos proporcionan sentimientos de seguridad y nos dan alivio frente a estresores.[2]

(3) Se ha identificado al sistema de oxitocina como la base neurohormonal de vinculación madre-cría. Curiosamente, luego de interacciones positivas con nuestros animales, ambos experimentamos incrementos en los niveles de oxitocina, tal como una madre con su bebé. En esto, la mirada recíproca a los ojos ocupa un lugar destacado.[3]

(4) Las interacciones cotidianas con nuestros animales guardan muchas similitudes con la manera de relacionarnos con niños pequeños. Los cuidamos, alimentamos, aseamos, supervisamos y educamos, pero, además, lo hacemos usando un discurso maternal. Es decir, tanto a animales como a niños en etapa preverbal les hablamos muy parecido para que nos entiendan mejor. Para esto utilizamos un ritmo más lento, y un tono más alto y fluctuante.[4]

De modo que son diversas las motivaciones y los mecanismos que nos conducen a desplegar conductas parentales hacia nuestros animales de compañía. Ninguno de estos responde a un fenómeno moderno y cultural, sino que, más bien, se basan en aspectos evolutivos ancestrales. Es decir, surgieron en el curso de la evolución conjunta entre humanos y otros animales desde mucho antes de que exista la cultura occidental.

Sin embargo, es claro que, en nuestra sociedad actual, la tendencia paternar y maternar animales de compañía está más difundida que en décadas previas. Es posible que la diferencia no se base tanto en las motivaciones como en un cambio en las actitudes que tenemos hacia estas formas de vinculación.

Es decir, por un lado, los vínculos con animales de compañía tienen mayor legitimidad social que antes, e incluso, se considera que pueden resultar beneficiosos para la salud de las personas. Por otro lado, entendemos que las mujeres tienen derecho a elegir ser madres o no, y de hacerlo, no necesitan concebir, sino que pueden ejercer la maternidad de maneras diversas, igualmente legítimas.

Por eso queremos desearle un muy feliz día todos los días a todas aquellas mujeres que llevan a cabo una función materna. Sin importar si está dirigida a un hijo gestado o adoptivo, a un perrhijo o un gato amado. Porque la maternidad no cobra sentido en los aspectos biológicos, sino en el amor infinito que despliega.

 

Referencias

[1] Borgi, M., Cogliati-Dezza, I., Brelsford, V., Meints, K., & Cirulli, F. (2014). Baby schema in human and animal faces induces cuteness perception and gaze allocation in children. Frontiers in psychology, 5, 411.

[2] Zilcha-Mano, S., Mikulincer, M., & Shaver, P. R. (2012). Pets as safe havens and secure bases: The moderating role of pet attachment orientations. Journal of Research in Personality, 46(5), 571-580.

[3] Nagasawa, M., Mitsui, S., En, S., Ohtani, N., Ohta, M., Sakuma, Y., ...& Kikusui, T. (2015). Oxytocin-gaze positive loop and the coevolution of human-dog bonds. Science, 348(6232), 333-336.

[4] Gergely, A., Faragó, T., Galambos, Á., & Topál, J. (2017). Differential effects of speech situations on mothers’ and fathers’ infant-directed and dog-directed speech: An acoustic analysis. Scientific reports, 7(1), 1-10.